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    Testimonio Seguro Escolar Individual

    Testimonio Seguro Escolar Individual

    “La calidad humana y técnica ha sido de primer nivel y eso es un gran apoyo”, explica Natalie Roberts, luego de que su hija sufriera fractura de cráneo en pleno patio del colegio. 

    A mediados de noviembre de 2015, María Trinidad Letelier de ocho años, corría por el patio de su colegio hasta que pisó los cordones de sus zapatos que estaban sin atar y cayó al suelo.

    Una herida en el cuello cabelludo hizo que su mamá, Natalie Roberts, llegara rápidamente al colegio y la llevara a la urgencia de Clínica Las Condes. Ella tenía el Convenio Escolar, actual Seguro Escolar Individual.

    “Se había pegado en la cabeza y tenía una herida. No había perdido el conocimiento ni nada de eso. Siempre estuvo consciente, pero cuando la comenzaron a examinar vieron que la herida era bastante más profunda de lo que se apreciaba a simple vista. Literalmente llegaba al cráneo. Le hicieron radiografías y un escáner. Entonces el médico nos dice que debía quedarse hospitalizada porque se había fracturado el cráneo y tenía un hematoma extradural”, recuerda Natalie.

    Los especialistas querían observar de cerca lo que ocurría con ese hematoma. Si aumentaba de tamaño, debían operar y extraerlo en forma urgente. “El primer día no creció, pero después lo hizo lentamente. Los médicos nos decían que probablemente se reabsorbería pero después de una resonancia se vio que había crecido y que estaba filtrando líquido encéfalo raquídeo. Hubo que operar rápidamente”, cuenta la mamá de Trinidad.

    Pese a la gravedad de la situación, Natalie dice que siempre estuvo confiada en todo el equipo médico de la clínica. “Ella es la tercera de mis hijos. El mayor ya había estado hospitalizado una vez, hace muchos años, por una luxación en la cervical. Con él también teníamos seguro escolar. Siempre lo hemos tenido con todos nuestros hijos”, explica.

    En total, la pequeña estuvo once días internada en la clínica. Su madre recuerda que tras la caída y el tiempo que pasaron en la clínica en observación, jamás esperó que le dijeran que tenían una hemorragia en la duramadre. “Fue grave porque podía pasar de todo, incluso podía haber quedado vegetal”, dice Natalie.

    El día de la operación no hubo mucho tiempo para pensar en lo que implicaba abrir el cráneo de la niña. “Le hicieron un escáner al mediodía y a las cuatro de la tarde ya estaba en pabellón. El doctor nos dijo que el hematoma estaba con mucha presión y tuvieron que llegar hasta la zona de la mandíbula para extraerlo completamente. Fue una cirugía complicada”, indica la mamá.

    Hoy Trinidad está completamente recuperada. Continúa con sus ejercicios de mandíbula en casa pero hace su vida en forma completamente normal. En los próximos días deben evaluarla nuevamente el funcionamiento de su mandíbula.

    Natalie y su familia destacan la labor de todo el equipo médico. “Los médicos la visitaban hasta tres veces al día, después de cada examen. La atención de los médicos y enfermeras, el personal que la trasladaba para los TAC y resonancia eran muy deferentes con ella. La calidad humana y técnica ha sido de primer nivel y eso ha sido un gran apoyo para nosotros”, resume.

    Lo que más recuerda Trinidad de su estadía en la clínica son los payasos. “En algún momento se comenzó a deprimir, ella se quería ir a la casa, pero teníamos que seguir en la clínica. Fue entonces cuando llegaron los payasos Polilla, Canito y Tutú. Ellos fueron fundamentales. Le hacían figuras con los globos, chocaban con las puertas, le contaban chistes… Mi hija esperaba la visita. La hacían reír y eso la alegraba. Junto a la psicóloga y todo el equipo médico hicieron un gran trabajo”, dice Natalie.